Dedicado a R.P.
MARIEL
Noche de luna, noche cualquiera,
y el aire cálido del estío.
Sólo buscaba de nuevo la quimera
que desbordara mi corazón vacío.
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Quiso el destino que te encontrara
en un tiempo y lugar equivocados,
y a despecho del mundo te aceptara
sin importarme tu presente ni el pasado.
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Desataste en mi pecho una asonada
y una horda de pasión no reprimida,
liberando la ilusión encadenada
y salvando del destierro la alegría.
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Todavía confundidos los sentidos
en un cuarto de hotel nos entregamos,
y arrancándonos los miedos y el vestido
desnudamos el alma y nos amamos.
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En mis brazos floreció tu corazón herido
en un Edén de amor y de belleza,
transformando en recuerdos lo sufrido
y trocando tu dolor en fortaleza.
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Y descubriste un mundo de nuevas sensaciones
que estallaron en tu pecho esa noche que lloraste,
y sin medir el poder de tus palabras
amor por siempre entonces me juraste.
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Pero lo eterno perduró tan sólo un tiempo
y la pasión que cada noche me entregaste
se hizo cenizas esparcidas por el viento
y buscando tu destino te alejaste.
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Comprendí que el amor no es suficiente
y la efímera ilusión se hizo pedazos;
hoy inunda de tristeza mi presente
el recuerdo de tu cuerpo entre mis brazos.
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Respetaré la libertad que me pediste
y aceptaré con dolor que te hayas ido.
Me quedaré con los besos que me diste
y el estúpido consuelo de haber sido.
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Y a pesar de las promesas incumplidas,
así mi alma se llene de vacíos,
desearé que seas feliz toda la vida
aunque tengas que serlo lejos mío.
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©Horacio Benites