domingo, 20 de septiembre de 2009

CUANDO TE VAYAS

Disfruta hoy el presente. Mañana llegará el pasado y nada será igual.


CUANDO TE VAYAS


Y el Sol era fuego,
y la flor un surco,
y la noche un tiempo
y el abismo nada...
cuando no estabas.


Pero el Sol fué vida,
y la flor capullo,
y la noche Luna
y el abismo valle...
cuando llegaste.


Y el Sol es brasa,
y la flor hermosa,
y la noche cómplice
y el abismo prado...
cuando te tengo.


Pero el Sol será infierno,
y la flor cizaña,
y la noche miedo
y el abismo inmenso...
cuando te vayas.
©Horacio Benites

AUTOENCUENTRO

Cultiva el lado bueno de tu naturaleza y ayúdalo a crecer vigoroso; el otro no necesita cuidados, crecerá solo.

AUTOENCUENTRO
Quizás era la falta de descanso, pues anoche se había acostado tarde. O quizás fuera el siempre ajustado presupuesto que también anoche había estado revisando. Lo cierto era que esa mañana su natural indisposición para la sociabilidad se hallaba exacerbada. Sólo quería cubrir las cinco cuadras que lo separaban de su lugar de trabajo lo más rápidamente posible, y cuanto menos gente cruzara en su camino, mejor.
Cuando el semáforo de Cerrito lo detuvo encendió un cigarrillo y esperó impaciente. A sus espaldas pudo escuchar a una mujer que detallaba el lugar a otra persona.
-Esta es la Avenida 9 de Julio - decía - y ese es el Obelisco.-
Su acento era decididamente sudamericano, pero a él se le antojó que debía ser peruana.
Los autos pasaban a gran velocidad mientras la mujer continuaba su minuciosa descripción, llamando la atención el hecho que la otra persona no dijera una palabra.
-¡Esto sí que está bueno! - pensó - Estos no sólo vienen a robar acá sino que además se traen la parentela y se hacen los guías de turismo. Bueno, es lógico - continuó -, allá se mueren de hambre. Prefieren venir a un país civilizado a trabajar de fregonas y aunque no ganen mucho siempre estarán mejor.
Pero no era suficiente. Sintió que debía haber alguna razón más para odiarlos.
- Claro, de paso usan gratis los hospitales y los servicios públicos que pagamos nosotros, total ellos se dedican a robar o trabajan en negro y no aportan nada. Así fomentan la desocupación.- explicó.- ¡Habría que meterlos a todos en un camión y mandarlos de vuelta a su país! -remató - ¡Si serán ignorantes que ella habla y el otro ni siquiera le contesta!.-
Al cambiar el semáforo, y a pesar de su apuro, caminó lentamente pues quería ver a éstos sujetos. Los otros se adelantaron y cuando estuvieron junto a él los miró con desprecio.
La mujer era morena y rolliza, de cara redonda y aspecto pueblerino. El muchacho que la acompañaba, muy flaco y de hombros enjutos, tendría unos veinte años y sujetaba firmemente la mano de ella. Sus piernas estaban visiblemente torcidas, lo que lo obligaba a caminar con un movimiento grotesco. Su brazo derecho padecía igual deformidad, inmóvil junto a su cuerpo. En su rostro podían verse los signos de un mogolismo irreversible.
La mujer notó que él los miraba.
- Es mi hermano - dijo con orgullo, y explicó: - Cuando me vine se puso muy triste pero le prometí que lo traería algún día. Soy su única familia y en el orfanato lo trataban muy mal. A veces incluso le pegaban. Ahorré cada peso como pude, trabajando hasta dieciséis horas al día, pero al final le cumplí! Era su sueño y ahora está feliz, vé? - dijo señalándolo. En la cara deforme del muchacho se dibujaba una estúpida e infantil pero feliz sonrisa.
- Claro..., está muy bien.- dijo él.
Mientras la mujer continuaba describiéndole el lugar los ojos enormes del chico parecían querer abarcarlo todo. Había más vida en ellos que en todo el resto de gente que los rodeaba.
Los otros se alejaron y él continuó su paso con lentitud, olvidando su apuro, el presupuesto y la gente. No podía evitar sentirse un imbécil, una basura. Hubiese querido correr, alcanzarlos, pedir perdón; pero no lo haría. La estupidez es muy difícil de explicar.
Quizás fué en ese momento que comprendió un poco más sus propias limitaciones, su propia debilidad. Y quizás entendió además que, a pesar de su aparente normalidad, él también podía ser un minusválido.
©Horacio Benites

LINYERA

El poema que hoy les traigo está dedicado a todas esas personas que a diario deambulan por las calles sin rumbo, identidad ni destino. Ignorados, evitados, despreciados; quizás lo sean porque con su insolente presencia no hacen más que recordarnos nuestras propias miserias.


LINYERA


Iba solo, casi nadie lo miraba;
parecía ausente, pero él estaba.
Desde su pena veía la vida que lo rodeaba
y lo bello de vivir se le mostraba.


La alegría que paseaba,
el amor que se exhibía,
recordándole con saña
aquello que no tenía.


La familia regresando,
cual lejana alegoría,
al hogar que una vez tuvo
y que ya no encontraría.


Su pasado de persona
aquello le recordaba
y de repente su mundo
en mil trozos estallaba.


La traición clavó su daga
con pericia consumada
quebrando todos los sueños
de su alma inmaculada.


Afectos idos, ojos ausentes,
todos recuerdos que lastimaban.
El acero invita a liberarse;
ya no aguantaba.
Y ayer la vida volvió a mostrarse...
pero él no estaba.
©Horacio Benites

HOY...

Aunque González de Salas, amigo de Francisco de Quevedo y Villegas, las imaginara castellanas en su célebre Parnaso, allá por el siglo XVII, lo cierto es que las Nueve Musas del Olimpo han sido siempre universales. Y seguramente fué Erato quién, con el permiso de Zeus y la compasión de Mnemósine, vino en ayuda de éste corazón enamorado para inspirar los versos que hoy quiero compartir con ustedes.

Dedicado a V.M.


HOY...
Mi cerebro se resiste, empecinado,
ante el sentir que a comprender no alcanza.
Pero los sentimientos fluyen con inexorable calma
y hoy no escribo con mi cuerpo, hoy escribo con el alma.
Y descubro ahora, de repente,
que todas las palabras en el mundo
apenas si me alcanzan.
¿Cómo explicar entonces lo que siento?
Cómo explicar que hoy he nacido,
que tu espíritu y mi alma liberados
se entrelazan en audaz correspondencia,
y que la sóla luz de tu existencia
bastó para sanar mi corazón herido.
Cómo explicar que hoy no importa lo sufrido
y que al sólo calor de tu presencia
ha logrado el poeta, renacido,
revivir en tu sangre y en tu esencia.
Hoy celebro las tinieblas que se han ido
dejando apenas como saga de su herencia
dos pasados en uno redimidos
y el temor por la tortura de tu ausencia.
Y es por eso que a pesar de lo perdido
la opresora soledad se ha terminado,
el tiempo del dolor ha concluído,
los fantasmas del pasado se han marchado.
La esperanza del amor has revivido
y tu cuerpo y tus labios que he besado
estallan hoy en mi corazón henchido
para sentir en mi pecho alborotado
que todos los pesares has vencido
porque hoy... hoy de tí estoy enamorado!

©Horacio Benites





RECONOCIMIENTOS

Es hermoso recordar la gente con quienes hemos compartido los buenos momentos, pero quizás sea más valioso recordar a aquellos que estuvieron a nuestro lado en los momentos difíciles. Es por ello que deseo no olvidarme de Carlos Benítez, de Josefina, de Graciela. Tampoco olvidaré a Vero ni a Rosalía. Vaya también mi agradecimiento al Sr. Juan Carlos Rivera Quintana, escritor, profesor y amigo. A todos ellos les brindo mi afecto y gratitud perennes.

martes, 15 de septiembre de 2009

DEDICATORIA


A Yasmín, a Rosa Imelda, a Sergio. Ellos sostienen, en su momento y su tiempo y casi sin saberlo, el andamiaje afectivo que soporta el peso de mis alegrías y mis tristezas.