LINYERA
Iba solo, casi nadie lo miraba;
parecía ausente, pero él estaba.
Desde su pena veía la vida que lo rodeaba
y lo bello de vivir se le mostraba.
La alegría que paseaba,
el amor que se exhibía,
recordándole con saña
aquello que no tenía.
La familia regresando,
cual lejana alegoría,
al hogar que una vez tuvo
y que ya no encontraría.
Su pasado de persona
aquello le recordaba
y de repente su mundo
en mil trozos estallaba.
La traición clavó su daga
con pericia consumada
quebrando todos los sueños
de su alma inmaculada.
Afectos idos, ojos ausentes,
todos recuerdos que lastimaban.
El acero invita a liberarse;
ya no aguantaba.
Y ayer la vida volvió a mostrarse...
pero él no estaba.
©Horacio Benites
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